Distinguido y apreciado por su original recreación de la estética del cine mudo y del primer cine sonoro, Guy Maddin recoge en 1997 parte del material rodado y descartado de su película Maldoror: Tygers, no completada hasta un año después, y construye, prácticamente desde la nada, este cortometraje surrealista protagonizado por un extravagante guarda de zoo. Una muestra del ingenio poco ortodoxo del realizador canadiense, artífice de The Dead Father, My Winnipeg y Odin’s Shield Maiden.