Lois Weber se convirtió en 1914 en la primera mujer norteamericana en dirigir un largometraje: El mercader de Venecia. Sólo un año antes había sacado adelante Suspense, una pequeña muestra de todo su talento, que se pone de manifiesto en un creativo manejo de la cámara y en la investigación de la técnica narrativa, a través de innovaciones como los planos segmentados y las angulaciones verticales (el plano cenital y el picado), no muy comunes en aquella época.